sábado, 6 de junio de 2009

Viernes noche.

Un whisky más. Una raya. Tengo que dejarlo. Y la rubia del fondo que no me quita ojo.
Me hago esperar, sopeso, calculo, tendrá unos veinticinco años, buen cuerpo, y una estúpida sonrisa que me augura un amanecer sin problemas, en calma.
Será una más, una muesca imaginaria en la culata de mis noches.
Follar me sustenta, como al vampiro la sangre. Ver el deseo en las pupilas que me contemplan. Intuir los gemidos que llegarán más tarde, y después de una dura lucha, de una cruenta batalla, estallar y vacio, exhausto, encender un cigarro, inhalar el humo más allá de los pulmones, y respirar. Respirar de verdad.
Sonrío, la rubia me mira, me acerco, despliego las armas, y al final (que fue al principio, un principio no reconocido, un pueril pudor casi adolescente) accede a venir a casa.

Y la soledad sonora que también nos acompaña.

5 comentarios:

dissociative identity disorder dijo...

todo, menos el whisky.

y la rubia
no es que "accede"
ya te tenia en mente
y su sonrisa estupida
es puro cálculo
o md.

Darkblue7 dijo...

Cuanto daño nos podemos hacer follándonos a las rubias idiotas...

Alexcibernetica dijo...

Claro dissociative...
Éste es mi punto de vista. No sé qué piensa la rubia. Nunca pregunto.
Darkblue, es un texto literario... suelo escoger bien a mis compañeras de cama. Pero sí, entiendo lo que dices.

Milagritos Takamori dijo...

¿Por qué las rubias siempre parecen más tontas que las morenas? ¿Mera tradición, predisposición genética? Porque mira que hay morenas imbéciles...
De cualquier modo la soledad sonora siempre merece la pena: no hace muescas, las cura.Saludos y gracias por la visita

Alexcibernetica dijo...

Porque las morenas imbéciles acaban tiñéndose de rubias... :p
Gracias a ti por la tuya.