martes, 15 de junio de 2010

Carnaval y Safari.

Y la última tormenta trajo consigo el fin de aquella hermosa época. Época de aguas, de abrazos, de promesas hechas entre risas y lágrimas, de miradas furtivas alrededor de una mesa.

Y nació el nuevo siglo, y con él la oscuridad de lo inerte.

Es hora de terminar, con todo, y este blog no podía quedarse en el camino.

Gracias a todos los que han participado, de una u otra forma en él.

Mucha suerte.

jueves, 25 de febrero de 2010

Recuerdos disfrazados de un hombre sin memoria.

La lluvia siempre ha estado íntimamente relacionada con todos y cada uno de los momentos importantes acaecidos en mi trabajada vida.

Ya en mi nacimiento, narraba mi madre que una estruendosa tormenta, que inundó el cielo de luces y sombres, fue el prólogo de unos dolores terribles, que un mes antes de lo que presagiaban, en aquella época no eran más que eso, presagios, tuvieron como final, no del todo feliz, pues el parto provoco en mi madre una ceguera parcial de la que nunca se recuperó, el nacimiento de quien les habla.

En el transcurrir de mi infancia y adolescencia, son muchos los días mojados que vienen a mi cabeza, el día que tuve mi primera bicicleta... aquella vez, que con apenas doce años me atreví a besar a María, la chica más guapa y presumida del colegio al que asistía... el entierro de mi abuelo, que a falta de otro, fue mi padre... el día que decidí que sería médico... el día que apareció Sacha, mi perro, en la puerta de mi casa, empapado, con una mirada bella y lastimera suplicándome auxilio...

El dìa que llegaste también llovía. Recuerdo tu sonrisa debajo de ese gran paraguas gris en el que, de tan canija que eras, te perdías.

Anoche estuvimos hablando hasta la madrugada, de si nos seguíamos queriendo, de por qué ya no era igual, de cómo el calor llevó a la tibieza, de cómo lo tibio ha de dejar o no necesariamente paso a lo frío...

Y hoy llueve... Llueve y tengo miedo.

martes, 26 de enero de 2010

Elucubraciones.

No siempre es sencillo aprehender la perspectiva idónea. Mis torpes dedos, mis trémulas manos, justifico con ello la necedad que demuestro al no saber escoger camino.
Porque sé que tú estás, quizá esperando, en el resultado último de la última encrucijada que se me presenta, mayestática, ante mí. Izquierda, más izquierda?, derecha, más derecha?
Yo no quiero ser yo, no quiero tener el poder de trocar ese destino que no existe pero que siempre mentamos, por necesario. Yo quiero ser tú, quiero estar quieto mirando, absorto, si tú logras cruzar este laberinto, si veo, de repente, tu mirada acercándose a la mía....
Ves, cariño, ¿qué injusto soy?


Pero te quiero. Si sé.

miércoles, 20 de enero de 2010

Homenaje

Copio aquí (con autorización) un post que una amiga escribió, y que hoy, sin saber muy bien por qué, recordé con nitidez:

"Y llegó el momento en que respiré, a pesar del dolor, del intenso dolor, respiré…

Y me dije, mañana, mañana seré feliz. O no. Ya no me importa. Ya puedo respirar. Sin ti. Antes no podía.

Porque ´volver siempre´ significa volver hasta que ya no puedas, hasta que ya no quieras.

Me lo dijo alguien alguna vez, lo bueno de las promesas es poder romperlas. Y el día de hoy quedará grabado en el calendario."

Quizá ese día no se grabó, y quizá el día que haya de quedar, marcado, a fuego, sea el de hoy.


miércoles, 6 de enero de 2010

Sitios donde me encuentro

Me dijeron que nunca sería feliz. Me da igual, eso ya no me importa. No es en mi felicidad en la que tengo puestas mis expectativas. Ni es ahí donde creo poder encontrar la salvación, ni llegará mi alma a su plenitud a través del bienestar de mi mente y mi cuerpo. No aspiro a saber alimentarlos hasta saciarlos.

Nada de eso es para mí.

Y me dices que no te hable de estas cosas, que no es de lo que esto se trata. Me lo dices mientras tu voz se rompe en un susurro que empapa cada pedazo de mi ser. E imagino una lágrima que besa tus mejillas con más dulzura de la que yo sé demostrarte.

Te acaricio con dos palabras y me sonríes con un suspiro. Y es entonces cuando todo cobra un sentido.

Por eso me resulta tan importante poder hacer que tú seas feliz. Poder invocar tu sonrisa siempre que quiera. Y querer siempre. Porque mi salvación será tu risa y mi plenitud, tu cuerpo. Porque saciándote a ti, será como me sienta en paz.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Hablar la misma lengua.

- Qué cosas tiene la gente.
- ¿La gente? Así, ¿Sin más?
- Sí.
- Qué raro eres!
- Raro... ¿Por qué?
- No sé, nunca he entendido las generalizaciones.
- Yo al que no entiendo es a ti.
- Claro, soy gente.
- Sí. Es verdad... He de marcharme... Hasta otro día.
- Adiós.

viernes, 23 de octubre de 2009

De amores incomprendidos.

Hace tiempo que no viajo.
El ácido de algún fin de semana salvaje no cuenta.
Al principio, conocer nuevas ciudades, nuevos países, me resultaba gratificante. Ahora me aburre. La gente es gente, aquí, en Lima, en Tombuctú, o en Katmandú.
Estúpidas caras, estúpidas palabras, en idiomas conocidos o en lenguajes tan incomprensibles como musicales (ja).
Prefiero los edificios. Maldita manía la mía la de fijarme en molinos de viento que me acechan a cada paso que cada vez cuesta más dar.
Bilbao es, sin duda, y para eso, la ciudad perfecta.
Tan decadente, tan oscura, tan industrial (o post-industrial, me falla la precisión).
Edificios vetustos, reformados, maquillados, favorecidos por ese microclima tan particular.
¡Qué feo es Bilbao! escucho cada vez que se menta esta urbe.
¿Feo Bilbao?
Por eso no me gusta la gente, porque no sabrían distinguir lo bello ni aunque su vida dependiera de encontrar algo hermoso.
Ver monstruos donde habitan ángeles debiera ser el primero de los pecados capitales.
Y ser, estos pecadores, condenados al fuego eterno de lo frívolo.


La próxima vez prometo escribir con mayor lucidez.