Resbaló presurosa por mi frente, tomando impulso en cada una de mis arrugas, esquivó precisa la cuenca de mi ojo izquierdo, se entretuvo en la mejilla, consciente de la dificultad de superar el siguiente escollo, respiró profundo, inquieta, acechante al saberse en su más significativa batalla.
Hizo cuanto pudo para salvar el último obstáculo, pero murió, digna, entre mis labios.
Jamás una gota de lluvia supo tanto a cualquiera de tus lágrimas.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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2 comentarios:
Nunca un recorrido tan corto estuvo tan bien expresado. Muy bueno!
Gracias Anita.
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